Soja
Soja: todavía con un gran salto productivo para dar.
Los productores ya están pensando en los cultivos de verano, sobre todo soja, y por eso aprovechan las oportunidades de actualizarse técnicamente para lograr los máximos rindes. La necesidad de obtener buenas productividades en esta campaña es clave, así como lo fue en el ciclo 2014/15, para compensar la baja en los precios internaciones de los granos.
Para aconsejar cómo lograr estos altos y necesarios rindes, José Luis Rotundo, experto en ecofisiología de cultivos de la Universidad de Rosario, tomó como marco de análisis los resultados de la red de ensayos del CREA Santa Isabel, en el sur de Santa Fe, y específicamente se centró en el 20% de los casos de toda la red (73 lotes) en los que se lograron rindes superiores a los 51 quintales por hectárea, de promedio.
El especialista puso el foco en estos lotes con un objetivo claro. Consideró que la última campaña mostró que los mejores manejos se pueden ajustar a diversos ambientes productivos para aumentar el rinde de la soja.
Por ejemplo, Rotundo analizó el comportamiento de las precipitaciones, la radiación, la temperatura y los niveles de nitrógeno, todos factores del ambiente que optimizaron los rendimientos en el ciclo pasado. En los 73 planteos analizados, el experto encontró que si se ajusta adecuadamente la fecha de siembra, el cultivo tiene muy buenas respuestas, siempre que haya disponibilidad hídrica (parece asegurada este año), radiación y temperatura. Además, el especialista destacó que en la medida en que el cultivo se acerca a sus techos productivos, aumenta la importancia de la fijación biológica de nitrógeno (la inoculación).
Fernando García, de IPNI Cono Sur agregó que
para pensar en altos rendimientos también hay que diseñar una estrategia de fertilización balanceada que contemple al fósforo y azufre, sobre todo en la zona núcleo, donde son ya nutrientes deficitarios.
A continuación, otro experto que aportó sus ideas para achicar las brechas de rendimiento fue Miguel Taboada, especialista del INTA Castelar. Este técnico en suelos se concentró en la incidencia de la fertilidad física para elevar los rendimientos que actualmente se alcanzan en la soja.
Según sus datos, la brecha de rendimiento entre los rindes logrados y los que podrían lograrse, cuando se trabaja en secano, es del orden del 32%. Y agregó que esta diferencia será difícil de achicar si se trabaja sobre suelos compactados que generan problemas de infiltración del agua, falta de desarrollo de raíces y, por ende, escasa absorción de nutrientes poco móviles (como el fósforo) y también baja capacidad de nodulación.
Presentando este diagnóstico, Taboada remarcó la importancia de prácticas de manejo como la rotación con gramíneas (sorgo o maíz) en el norte del país o en planteos no muy intensificados. También con cereales de invierno en la zona núcleo. Ambas son estrategias inteligentes para logar una buena conservación de la materia orgánica. Además, hay que hacer un tránsito controlado en el lote.
Sobre la importancia de las rotaciones también insistió Miriam Barraco, experta de INTA Villegas. Barraco presentó sus estudios concluyentes de diez años de trabajo (2004-2014) en materia de rotaciones. De ellos observó, concretamente, que cada año los suelos rotados (soja-maíz) tienen mejores rendimientos que el monocultivo de soja o de maíz y que estos efectos son acumulativos a lo largo del tiempo.
Asimismo, afirmó que cuando a las rotaciones se les incluye fertilizaciones con fósforo y azufre o cultivos de cobertura, los rindes aumentan un 3% en secuencias de cultivos de cobertura/soja de segunda, o un 12% cuando la rotación es trigo/soja de segunda-maíz.
Con estas evidencias técnicas quedó muy en claro el potencial que todavía tiene el cultivo de soja en la Argentina.
Información de Nota:
Clarín