Prácticas Agronómicas
Sin aporte de carbono, el deterioro será cada vez mayor
Advierten sobre la necesidad imperiosa de desplegar una estrategia de rotación de cultivos.
Fernando Martínez es técnico de INTA Casilda, en la provincia de Santa Fe, y asegura que en la Argentina, después del humano, el suelo es el segundo recurso más deteriorado. "La situación del suelo a nivel nacional es complicada y grave", dice.
El especialista sostiene que no se puede hacer soja continua en la región pampeana porque se pierde la materia orgánica del suelo, que es el combustible del agro pampeano. "El carbono no se compra en un proveedor de insumos, se fabrica en el lote. Entonces hay que tener una estrategia que aporte carbono", dice.
"Para la zona pampeana norte tendríamos que generar una especie de camisa de confección para todas las unidades de producción: la rotación 4x3 o la secuencia de cultivos. Es decir, cuatro cultivos en tres años", explica el técnico. Esa secuencia es maíz, soja de primera, trigo y soja. En ese orden. Con la opción de intercalar entre maíz y la soja de primera un cultivo de cobertura. "Tiene que ser una gramínea invernal, que es la que mejor funciona si se le pone un poquito de nitrógeno. Esa secuencia de cultivos 4x3, con una tecnología disponible y económica, permite lograr un balance de carbono neutro o de ganancia", detalla Martínez y recuerda que son alrededor de 12 millones de hectáreas agrícolas en la región pampeana norte, de las cuales hoy nueve son de soja de primera. "Tendríamos que tener 4 millones de soja, 4 millones de maíz y 4 millones de trigo-soja", insiste.
Según el técnico, la diferencia entre hacer una secuencia 4x3 bien hecha respecto al monocultivo de soja tal cual se hace en la región pampeana norte (se siembra nada más que soja sobre el barbecho desnudo y no crece nada en todo el invierno) da una brecha de cerca de 300 dólares entre un sistema y otro. Además, se suma el aporte de carbono de la secuencia y se evita la pérdida de valor por erosión hídrica.
"El mantenimiento del carbono orgánico del suelo sólo se logra haciendo cultivos de invierno y es independiente de que se reponga fósforo, nitrógeno, azufre u otro nutriente" dice Martínez.
Por ambientes
Gonzalo Pérez es técnico de INTA Bolívar, en la provincia de Buenos Aires. En esta zona, los suelos son haplustoles. Tienen relieves de formación eólica que marcan diferentes ambientes dentro de cada lote. Por esto, en su opinión, lo ideal es hacer manejo del tipo sitio específico.
"Hemos identificado dentro de la zona diferentes propiedades. En las lomas hay gran cantidad de arena, menor retención de agua, y mayor cantidad de fósforo disponible. En las medias lomas o bajos que no llegan a inundarse son suelos ricos en materia orgánica con menor disponibilidad de fosforo, y en algunos casos esa disponibilidad llega a ser limitante para el cultivo", dice Pérez y asegura que "el manejo sitio específico permite ajustar fertilización, principalmente fosforada. Y tomar decisiones respecto de la adaptación de cada ambiente de la variedad a sembrar en lo que hace a grupo de madurez y fecha de siembra teniendo en cuenta que en las zonas altas dependemos de las lluvias y en las bajas contamos con el aporte agua subterránea que hace posible pensar en un manejo de alto potencial de rendimiento".
En la práctica
Desde la empresa Bunge se vienen llevando a cabo numerosos ensayos de fertilización basados en una nutrición balanceada. El objetivo es acercar a la soja a los rendimientos potenciales, mejorar la rentabilidad y cuidar los suelos.
La Propuesta de Fertilización en Soja que realiza la compañía fue comparada con la práctica habitual del productor en más de 35 sitios. Las respuestas promedio en la Región Pampeana fueron de casi 500 kg/ha y picos superiores a los 1.000 kg/ha.
En Las Rosas, Santa Fe, en un lote con más de 10 años de agricultura continua y alta repetición de soja de primera se logró una respuesta de 1.284 kg/ha por encima del rendimiento del lote. El protocolo de la red incluye una fertilización anticipada al voleo de Súper Fosfato Simple, a lo que se suma a la dosis habitual del productor con una mezcla arrancador a la siembra y una aplicación foliar de boro en estadios reproductivos.
Para una campaña como la actual, en la que la relación insumo/producto es más que favorable y viendo las altas respuestas obtenidas, la recomendación de los técnicos de Bunge es considerar en los planteos una fertilización balanceada que incluya a los principales nutrientes deficitarios (fósforo, azufre y boro) en las dosis necesarias.
Caída de la proteína
Otro de los problemas que se presentan actualmente en la soja es la caída del contenido de proteína. En poco tiempo "pasamos del 42% al 37%", dice Fernando Martínez. "Y seguimos bajando", añade. El especialista destaca que hay una falla en la nutrición de la planta de soja que tiene que ver con una fijación biológica de nitrógeno insuficiente.
Fuente:
La Nación