Prácticas Agronómicas

Cinco claves para controlar las malezas resistentes

Los sistemas agrícolas extensivos del país y del mundo se ven afectados por la aparición de malezas resistentes a productos de control químico.

Entre las principales malezas resistentes al glifosato detectadas en la Argentina, se encuentran sorgo de Alepo (Sorghum halepense), raigrás anual (Lolium multiflorum), raigrás perenne (Lolium perenne), yuyo colorado (Amaranthus quitensis y Amaranthus palmeri), capín (Echinochloa colona) y pata de ganso (Eleusine indica).

Al competir por el agua y los nutrientes del suelo, las malezas generan pérdidas económicas, interfieren en la cosecha y alcanzan la pampa húmeda, el NOA y el NEA.

Respecto de los factores que acentúan la problemática, técnicos del INTA remarcan la escasez de rotación dado el predominio del cultivo de soja, el uso de glifosato en muchos casos como única herramienta de control, la gran superficie agrícola bajo arrendamiento de corta duración y la ausencia de monitoreo en los lotes.

La clave está en el manejo

1. Monitorear los lotes. Conocer la historia del lote permitirá ajustar las estrategias de manejo de acuerdo con la comunidad de malezas presentes y poner énfasis en las especies más difíciles de controlar. Además, el diagnóstico es fundamental para observar su estado de desarrollo y para realizar un registro de aquellas que podrían emerger y determinar cuáles son los herbicidas pre-emergentes que podrían aplicarse.

2. Diseñar una estrategia integrada de control. En general, las estrategias de control se basan en el uso de uno o de muy pocos herbicidas que, utilizados en forma sistemática, simplifican las tareas de control y hacen que las malezas generen mayor resistencia. Para evitarlo, los técnicos recomiendan llevar a cabo rotaciones de cultivos, emplear variedades de rápido crecimiento en pos de acelerar el cierre del surco y sembrar cultivos de cobertura que demoren o reduzcan el nacimiento de las malezas.

3. Evitar la producción de semillas de malezas resistentes. Las plantas que escapan a los herbicidas deben ser eliminadas, en lo posible, de manera manual y cuando el lote recién comienza a infestarse. Se aconseja la correcta limpieza de vehículos, cosechadoras y otros equipos agrícolas antes de ingresar al campo.

4. Hacer rotación de cultivos.Además de mejorar la estructura y biodiversidad del suelo, disminuye la incidencia de algunas especies resistentes. Esto se debe a que el período de crecimiento de un cultivo –fecha de siembra y ciclo–, la acción de los herbicidas selectivos disponibles y la cantidad de residuos remanentes que quedan en el suelo tras la cosecha cambian entre los cultivos. Estas diferencias aportan diversidad al sistema y reducen la presión de selección que favorece la emergencia de las malezas.

5. Realizar un control químico planificado. Los especialistas resaltan la importancia de realizar un diagnóstico del estado de crecimiento de las malezas, ya que muchas veces las fallas en el control con insumos son consecuencia del carácter tardío de las aplicaciones. En ese sentido, se recomienda utilizar herbicidas con diferentes sitios de acción, en aplicación total o con mochila sobre plantas aisladas. Asimismo, con el propósito de complementar este tipo de control, es posible tener en cuenta alternativas como el desmalezado manual y el control mecánico con labranzas reducidas en rodales de malezas perennes.

 
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